Por: Dra. Rosa María Estrada Coronado

Actualmente la educación humanista posee un papel fundamental en la tarea de trazar un rumbo entre los futuros previstos y posibles para la humanidad y el planeta.

El mundo globalizado en el que vivimos hoy en día es cada vez más complejo, incierto y frágil; donde las sociedades están más conectadas que nunca, no obstante, persisten la intolerancia y los conflictos, en ese sentido el presente artículo presenta algunas reflexiones en torno al desafío de la educación humanista.

En el análisis de la historia de la educación podemos confirmar como han surgido constantes afirmaciones sobre “educar a la sociedad”, “educar para la inserción laboral”, “educar para el desarrollo económico”; tales fines hacen que consideremos a la educación solo como un proceso social o con carácter instrumental, dejando de lado la centralidad de la persona como ser humano.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la finalidad de la educación debe considerarse esencialmente en términos morales y éticos y como medio de mantener y aumentar la dignidad, la capacidad y el bienestar del ser humano en relación con los demás y con la naturaleza.

En ese sentido, la educación humanista apoya a una visión del desarrollo que es inclusiva desde el punto de vista económico, justa desde la perspectiva social y sostenible desde la medioambiental.

En el análisis del contexto mundial, encontramos que en el año 2020 la UNESCO activó un debate global reuniendo la participación de 800 instituciones y organismos de más de 110 países, donde se reexaminaron los conocimientos, la educación y el aprendizaje de un mundo en el que la complejidad, la incertidumbre y la precariedad son cada vez mayores.

Las reflexiones resultado del ejercicio anterior señalan que la educación humanista es el hilo conductor que vincula la diversidad de los sistemas del conocimiento, las percepciones del mundo y las concepciones del bienestar, a la vez que reafirma el tronco común de los valores universalmente compartidos.

Sobre el contexto nacional, importante rescatar que el pasado seis de agosto de 2021, el Presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador, declaró que la educación se tiene que formar a partir del humanismo, con valores como la honestidad, la fraternidad, la igualdad, dejando de lado el clasismo, el racismo y la discriminación.

El mandatario aseguró que para el ciclo escolar que inicia el 31 de agosto de 2022, habrá nuevos contenidos educativos que deberán reflejarse en los libros de texto gratuitos.

En el contexto estatal, merecido reconocer el legado humanista de Universidad Nexum de México (UNM), institución con reconocimiento nacional e internacional, con sedes en los estados de Sinaloa, Nayarit, Chihuahua y Campeche; que durante el mes de febrero celebra veinte años de existencia, sumando más 2 mil 700 egresados con perfil humanista de vanguardia.

Enhorabuena por el acertado liderazgo y visión a futuro de esta noble institución educativa que impulsa el crecimiento humano, el sentido comunitario, la inclusión, así como el vínculo entre las personas y la atención a las necesidades del entorno.

Concluyendo, el mundo está cambiando y la educación debe cambiar también. Esto exige ir más allá de la alfabetización y el desarrollo de competencias aritméticas básicas y centrarse en los entornos de aprendizaje y en los nuevos enfoques que propicien una mayor justicia, la equidad social y la solidaridad mundial.

Entendemos que la educación no puede resolver por sí sola todos los problemas del desarrollo, pero una visión humanista y holística de ella, puede y debe contribuir a lograr un espacio fértil donde nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes aprendan a ser útiles para sí mismos como para los demás, convirtiéndose en personas que comprendan y valoren la presencia del otro, seres humanos que más allá de la excelencia académica reflexionen sobre la importancia de actuar dignamente y vivir en armonía con el planeta.