El Presidente Andrés Manuel López Obrador no se pelea con el poder económico, simplemente lo separa del poder político, marcando así un distanciamiento entre ambos ámbitos de interés.
La política actual se distancia del interés de los empresarios en que el gobierno no permite que una dimensión, en este caso la económica, esté por encima del interés político, dejando ambas dimensiones que operen libremente.
La política social, basada en la nueva idea del Presidente, es que el pueblo tendrá la supremacía para el apoyo económico, no permitiendo que el presupuesto federal se vaya al rescate de los pocos, dejando a los muchos sufrir las consecuencias ya consabidas.
El interés económico estuvo desde hace mucho tiempo marcando el ritmo al interés político. En otras palabras, los empresarios en México tenían el mando del quehacer político. Lo anterior provocó una severa crisis económica, social y política que llevó a la nación a casi perder su riqueza natural.
Los gobernantes en México habían jugado el partido como aguadores, pues tanto les servían a unos como a otros, menos a su pueblo.
Podemos ver un mejor uso del presupuesto dedicado a mejorar los servicios de la salud pública. Hay una asignación más transparente de los recursos en los magnos proyectos que están en operación. Existe una mayor participación en el exterior con un grado superior de seriedad y de respeto a la institucionalidad mexicana. Hay un mayor control y vigilancia en puertos y aduanas que garanticen menor corrupción e impunidad. Se ejerce mayor distribución del presupuesto federal a programas sociales con el fin de evitar un daño en el consumo familiar.
No vemos la participación activa del empresariado mexicano en inversiones de más calado en el país. Podemos observar una mayor participación ciudadana, donde esta ejerce su libertad para decir y actuar como le parezca en gana hacerlo.
De todo lo que hay hasta ahora, no podemos decir que un sistema es mejor que otro, pues aquí lo que debemos ver es quienes se benefician o beneficiaban y quienes se perjudican o perjudicaban.
Cualquier sistema social, llámalo como quieras, no ha logrado evitar la rapiña o el pillaje de quienes mandan o gobiernan a un pueblo. Por lo general quienes siempre han gobernado son los que invariablemente tienen el poder económico, así que ellos gobiernan para su propio peculio. La crisis en el mundo no es por un modelo económico, es por el hambre insaciable de acumular riqueza y poder para avasallar a todos los que no pueden defenderse de ellos. La crisis mundial es por desear tener todo, cuando todos podemos tener algo.
Romántico dirían muchos, pero el perro que ladra para obtener un hueso y se lo dan, seguirá ladrando aunque le rompan el hocico.
Pueden seguir hablando de neoliberalismo, capitalismo, comunismo, socialismo, pero en tanto que el hambre de los poderosos no se sacie, seguiremos teniendo guerras hasta acabarnos nosotros mismos.
Oswaldo del Castillo