La tolerancia es un valor fundamental en nuestros días y es muy reclamado. Por otro extremo podemos encontrar el fanatismo.
Una sana postura contraria no necesariamente debe ser fanática, es más, no debe serlo. Pero por otro lado, quien reclama una tolerancia hacia su postura, puede caer también en un fanatismo cuando estas exigencias son de manera violenta y ofensiva.
Siempre en distintos campos y sectores habrá pluralidad de ideas ya que cada persona es distinta. Son distintas sus realidades y sus respectivas historias. Debemos aprender a convivir con quien es distinto. Para eso existen normas que regulan la convivencia.
En estas diferencias de pensar podrán surgir minorías, las cuales merecen ser escuchadas y respetadas. Más no cualquier diferencia a la forma de pensar de los demás debe ser una imposición ante una colectividad.
Si bien se lucha por una democracia, por una igualdad social, igual las normas, las costumbres y las leyes surgen como un acuerdo escrito o no escrito entre los que forman la sociedad. Si alguien opina distinto a esa forma de pensar de los demás, también debe ser tolerante a la mayoría, y eso no significa que quienes forman parte de la mayoría sean “borregos”, porque eso también es discriminación, debe haber una tolerancia hacia quien forma parte de ese promedio estadístico.
Un ejemplo: si estoy en el Ángel Flores no estaré criticando y llamándoles “borregos” a quien vista una casaca guinda, por seguir las costumbres de su ciudad y de sus familias, ni me pelearé y aventaré cosas al del sonido por no echarle porras a los Venados. Tendré respetuosamente mi lugar en lateral izquierdo desde donde podré apoyar a mis Rojos del Puerto y no me sentiré discriminado si el del sonido no apoya a mi equipo. Deberé entender que es el equipo de casa, el de la mayoría, el que representa a los locales.
Lo mismo cuando se trata en cuestiones sociales, una cosa es el respeto, el espacio y la tolerancia, el garantizar que la persona será respetada y no discriminada y otra el imponer opiniones, mucho menos mediante el uso de la violencia.
Javier E. Zepeda Osuna.