En las muchas responsabilidades que tenemos como ciudadanos, una de ellas es el votar; ya que es nuestra participación ciudadana, es un ejercicio democrático y además es un derecho.
Pero antes de votar debemos estar conscientes y fomentar educativamente lo siguiente: el voto es un acto inteligente, es un acto racional y no emotivo. ¿Esto que significa? Que un acto emotivo es producto de las emociones y sensaciones que se experimentan tras una experiencia, un encuentro, una empatía; las cuales pueden ser provocadas por eventos masivos, por afinidades con las personas participantes, o por el carisma o la empatía del candidato.
Un acto racional implica, como lo dice el término, el uso de la razón, es decir, que la acción viene después de un juicio del raciocinio, podríamos llamarle también “discernimiento”, y para esto es necesario un análisis.
Cuando una persona va a emitir un juicio, es prudente que escuche el parecer de los demás, y buenas y justas opiniones podemos tener a la mano, sea por amistades, círculos sociales o por los medios. Es bueno confrontar una opinión con otra y de allí generar una síntesis, la cual se irá integrando con otras hasta formar el propio juicio, la propia deducción de quién es el mejor candidato.
En el ejercicio mental existen dos tipos de raciocinio: “a priori” y “a posteriori”, el primero se basa en impresiones, tal vez en corazonadas; el segundo en evidencias, en análisis, y en el caso de un voto, lo ideal es que sea un juicio “a posteriori”.
Las siguientes preguntas nos pueden ayudar para elaborar nuestro juicio y que, consecuentemente, nuestro voto sea inteligente:
La formación y la experiencia. ¿Cuál es la formación académica y profesional del candidato? En cuanto a esto cabe el dicho: “zapatero a tus zapatos”, es necesaria una formación intelectual adecuada para desempeñar tal o cual función. El ser excelente ser humano y buen padre de familia no implica una eficiencia en el cargo o en la profesión.
Referente a la experiencia, es importante considerar el número de cargos que ha desempeñado y por cuánto tiempo, por qué salió, su desempeño, qué logró o qué faltó, cómo llegó a ocuparlos y a quiénes benefició.
Les deseamos un buen análisis.
Javier E. Zepeda Osuna
Universidad de San Miguel