A prepararse…
Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto. Séneca
La naturaleza está cambiando no solo en la superficie terrestre sino también en el subsuelo.
Ya en años anteriores ha dado muestras de su devastadora furia y precisamente en este mes de Septiembre recordamos dos de ellas, muy trágicas.
Aquel 19 de Septiembre de 1985 cuando un sismo de 8.5 grados de la escala Richter devastó la capital de la República.
Nunca se tuvo una cifra oficial de las víctimas mortales pero se habla de que fueron más de 20,000.
La tragedia sorprendió no solo a los capitalinos sino al mismo gobierno federal encabezado por Miguel de la Madrid Hurtado.
La reacción de los capitalinos fue ejemplar. Ante la pasividad del gobierno la sociedad se organizó y México entero respondió, lo mismo que otros países que enviaron ayuda material y humana para el rescate de las víctimas.
A raíz de esa tragedia comenzaron a tomarse medidas preventivas para actuar frente a este tipo de azotes de la naturaleza, desde la capacitación humana hasta la instalación de alarmas sísmicas, que no pueden prever con mucha anticipación pero si alertan minutos antes de llegar las ondas subterráneas.
Diez años después, el 14 de septiembre de 1995 fue otro azote de la naturaleza, esta vez un huracán, el “Ismael” que dejó su estela trágica en las costas de Sinaloa y parte de Sonora.
El huracán, que cobró fuerza sorpresivamente, sorprendió en alta mar a la flota camaronera que acaba de zarpar de Mazatlán y Topolobampo para iniciar las capturas de camarón.
Si bien los barcos estaban equipados con radios, no había sistemas para el seguimiento puntual y alertamiento por la trayectoria y desplazamiento de los ciclones.
El saldo trágico de “Ismael”: mas de cien muertos y 56 barcos hundidos.
Esto motivó que el gobierno de Sinaloa que encabezaba Renato Vega Alvarado instituyera los principios de un sistema oficial de protección civil con equipamiento para tener información meteorológica puntual y lanzar las alertas necesarias tanto para la navegación marina como para la población civil en tierra.
Hoy, Sinaloa vive una situación que debe motivar la promoción de medidas preventivas para esta nueva manifestación de la furia de la naturaleza que surge con los movimientos sísmicos que se están registrando tanto por su frecuencia como por su magnitud.
Y no es solo Sinaloa, es toda la zona del Golfo de California y las costas de éste.
En los últimos cuatro años se han registrado mas de 500 movimientos sísmicos en el Golfo, en su mayoría en su zona central frente a Santa Rosalía.
Pero hoy, el norte de Sinaloa, tanto en el mar como tierra adentro, está sufriendo estos movimientos.
Estamos ya en zona sísmica.
De ahí la necesidad que las autoridades y sociedad comiencen a trabajar en protocolos de emergencia para en caso de sismos de mayor intensidad.
A nivel Estado ya el gobernador López Valdez giró indicaciones al Director del Instituto de Protección Civil, Ismael Checa Landeros para que, en coordinación con el CONAPRED se elaboren reglamentos de construcción por zona sísmica y se pongan a disposición de los Ayuntamientos.
En Culiacán, el Alcalde Sergio Torres convocará al Consejo de Protección Civil para establecer los protocolos de prevención, elaborar atlas de riesgos y diseñar medidas para atención a la población civil en caso de sismos.
En Los Mochis, Protección Civil ha iniciado simulacros de evacuación por sismos en institutos de educación.
Pero creo que debe diseñarse ¡ya! un programa intensivo de orientación y capacitación a la población sobre la forma de actuar en caso de sismos.
Es necesario prepararse para actuar ante un sismo fuerte.
Los terremotos no se pueden evitar, no se pueden prevenir con tiempo, pero si debemos estar preparados sociedad y gobierno para actuar y que los saldos sean mínimos.