Para cualquier ser humano y sobre todo para los que se dedican a la política, cumplir la propuesta de no mentir, no robar y no traicionar al pueblo se antoja imposible.
Hay que tomarlos como ideales y perseguirlos, en el entendido de que no se cumplirán plenamente.
La mentira es propiedad de todos y aunque muchas veces creemos ser verídicos y nos esforzamos en serlo, siempre hay dosis de mentiras casi imperceptibles.
Los mismos jueces que obligan a jurar a los testigos y acusados en un juicio poniendo la mano sobre una biblia saben que en algún momento de su testimonio serán inexactos o ingresarán alguna mentira, aunque sea piadosa.
Si revisamos los debates de los candidatos a puestos de elección popular encontraremos acusaciones y respuestas falsas de toda falsedad, pero las dejamos en el pasado porque la esperanza de que cumplan sus prometidos siempre prevalece en el pueblo y en la familia, en su caso.
El no robar es otro obstáculo para los hombres y mujeres en el poder. En arca abierta hasta el más justo peca, dice la sabia frase.
El no robar es una frase que meten muy adentro a los pobres en sus hogares. Pero provino de los que si lo hacían.
A los de clase pobre o media los asustan hasta con la idea de que se saquen el melate porque supuestamente no van a saber que hacer con tanto dinero. Pero la clase gobernante y la alta proponen administrarla.
Algunos de los que ganaron las elecciones en gubernaturas, diputaciones y alcaldías, ya traicionaron al pueblo y no van a despojarse de esas prácticas.
La propuesta es buena, pero como ideales a alcanzar no como seguridad de que se vaya a practicar.
Si antes de asumir el poder se someten a un examen de conciencia y a un programa especial de conducción, paso por paso, seguramente el pueblo lo va a notar y tendrán su respaldo social y familiar.
No es necesario que sepan la historia de Benito Juárez, ni la de Lázaro Cárdenas, ni la de Madero. Conque revisen la historia de su familia encontrarán ejemplos y valores a seguir.
No mentir, no robar, no traicionar al pueblo son ideales buenos, pero para los santos modernos y también se equivocaron. Pero corrigieron inmediatamente.
No serán santos, pero pueden ser líderes para una aceptable renovación.
El pueblo los observará y juzgará.