Quién vive intensamente deberá entender que la vida lo marcará en las muchas circunstancias en las que, obligadamente, tendremos que responder a muchas de las tantas exigencias que vienen, por el hecho mismo de querer ser alguien en la sociedad en que vivimos.
Desde el momento mismo que haces conciencia de tu existencia, empiezan los problemas a surgir como algo consubstancial a la vida misma.
Desde pequeños solo nos dicen que tenemos que estudiar para ser alguien o algo más de lo que son el promedio de las personas. No nos dicen que debemos crecer espiritualmente o en lo humano. Nos dicen todos, que si queremos vivir bien, tenemos que estudiar algo que valga la pena para ganar bien. Algunas veces alguien nos descifra algún secreto para triunfar en la vida, y este asunto de triunfar, no es bien entendido por todos. Se cree que el dinero o el poder hacen bueno al malo o hace malo al bueno. Se vive con muchas creencias que poco a poco se van develando hasta dejar totalmente al descubierto la verdadera causa de la existencia. Está claro que no sucede a temprana edad y muchas veces llega cuando el cansancio ha llegado.
Ciertamente uno trata de planear su vida, pero cierto es que no podemos tener certeza de que todo saldrá bien. Los huecos en el alma empiezan a multiplicarse, dejando en ella las huellas imborrables que permanecerán por siempre. Esos vacíos son o pertenecen a las almas ya idas, a los recuerdos ya incrustados en el corazón mismo de cada uno de nosotros. Nunca como hoy, nosotros, los seres humanos, habíamos tenido tantos golpes de seres amados que han dejado, con su partida, una muesca en nuestras almas. Jamás imaginé vivir ese futuro distópico que solo se veía en las series de terror o de suspenso. Creo que esta etapa de mi existencia será marcada por la pérdida de grandes amigos, que en algún momento pensé, me acompañarían en la vejez. Algo que tenemos que considerar, es que de lo mucho dicho, que los amigos serán los únicos que te quedarán o que te acompañarán en la vejez, hoy no creo que sea cierto. Hoy la pandemia nos está quitando el futuro, nos está arrebatando a quienes debieran estar con nosotros en el café o en cualquier desayunadero. Hoy ya no se puede planear a mediano plazo y menos hacer tú vida en función de aquellos que pensaste estarían contigo. Se vive con la sorpresa de cada día, dando cuenta de la resta de aquellos que ya han partido. Hay sin duda nuevas circunstancias que nunca pensamos que viviríamos. Hay nuevas formas existenciales que nos ponen como fichas en un tablero, que ya no sabemos quién nos mueve o si llegaremos a coronarnos. Hay un nuevo derrotero: llegar a viejo no será tan fácil y menos teniendo al enemigo disfrazado con la máscara de la pequeñez.
Agosto 2020
Oswaldo del Castillo.