El nuevo “Mesías” y la tierra prometida…
No puede existir bondad alguna donde no haya conocimiento de ella. Juan Luis Vives
¡No cabe duda que en este proceso electoral cada día vemos cada cosa!
De militantes de un partido que porque el instituto al que pertenecen no los hizo candidatos se pasan a otro demostrando así que de ideología partidista no tienen ni pizca.
Pero si los mismos partidos antes rivales, supuestamente por principios ideológicos, dejan a un lado esos principios para aliarse con tal de fortalecerse y alcanzar la meta, que no es el bienestar del pueblo sino el suyo propio: el poder.
Vemos como aquellos antes deleznables miembros de la “mafia del poder”, representantes de las mas altas esferas de la corrupción reciben la “absolución” de quien ayer los condenaba y se convierten en nuevos “apóstoles”.
Ah! Y la última.
Que el candidato de promesas mesiánicas sea elevado y él se lo crea, a rango de personaje bíblico y emita un discurso que más que pieza de oratoria política parece una homilía.
Así sucedió el martes pasado cuando Andrés Manuel López Obrador no solo fue ungido como candidato del Partido Encuentro Social sino que al ser comparado con Caleb se erigió en un nuevo “Mesías” que ofrece convertir a México no precisamente un nuevo Canaan, sino en la tierra prometida con un Código Moral y una nueva Constitución Política que promueva los valores.
Caleb es un personaje bíblico que destaca por su fe en Dios, pues cuando numerosos hebreos se opusieron a entrar a la “tierra prometida” (hoy Israel) él y Josué que habían sido enviados como exploradores aseguraron haberla encontrado y decidieron seguir guiados por Yahveh (Dios). “La tierra que recorrimos y exploramos es tierra muy buena. Si Yahvéh se agrada de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; es una tierra que fluye leche y miel”, dijo a los hebreos.
Bien, pues en la asamblea del PES su dirigente nacional de Hugo Eric Flores comparó al, ahora si ya candidato presidencial por tercera vez, con el bíblico personaje de Caleb:
“Nosotros pensamos que usted es Caleb y que está a punto de conquistar el Monte Hebrón”, le dijo Flores a Andrés Manuel que en ese momento elevó su egolatría y asumió el papel del personaje que guio a los hebreos a la tierra prometida.
Convertido en el nuevo Caleb Andrés Manuel aceptó la comparación y asumió el papel de Mesías.
En una parte de su discurso que parecía mas una homilía que mensaje político, el tabasqueño expresó: “Desde el antiguo testamento hasta nuestros días, la justicia y la fraternidad han tenido un lugar preponderante en el ejercicio de la ética social, en el nuevo testamento se señala que Jesús manifestó con sus palabras y sus obras su preferencia por los pobres y los niños, y para muchos Cristo es amor. Y abro un paréntesis para aclarar que toco este tema, porque considero que no se contrapone con mi concepción de Estado laico, Jesús fue muy claro, fue el primero que expresó: a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César”.
Ahí, Andrés Manuel se comprometió a elaborar una Constitución moral, promover el bienestar del alma e incentivar el amor al prójimo.
También dijo que, sin contraponer el Estado laico, convocará a mujeres y hombres de buena voluntad para la elaboración de un Código moral.
O sea, transformar a México en un país donde imperen el amor al prójimo, la moral, las buenas costumbres, etc., etc.
Claro, sería ideal pero para lograrlo pasarían decenios con una permanente educación con valores a los futuros ciudadanos.
La promesa pejista es algo así como la tierra prometida en la que si bien no habría ríos de leche y miel si becas para todos.
Se dice fácil, pero ¡ah! transformar en un sexenio lo que desde hace decenas de años anda mal, es un sueño, una utopía.
Pero para el señor López Obrador le parece fácil. Y si, es fácil decirlo, pero lograrlo…
Y con los “angelitos” puros, “radiantes de honestidad”, los prófugos de otros partidos, como él y otros mas que lo apoyan, a los que ya les dio la “absolución” y los enfiló a curules y escaños, nos parece mas que imposible.
Pero, como todos los políticos, todos: prometen hasta la irrealizable para terminar defraudando a quienes creyeron en ellos.
Mas quien se siente un iluminado y ahora transformado en el nuevo “Mesías”.