Marca Cultural Semanario No. 1696

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La ciudad mexicana de Cancún, Quintana Roo, será sede en 2018 de la Quinta Edición de los Premios Platino, consolidados como los principales galardones del cine iberoamericano y que sirven para “afirmar la industria, fortalecer nuestros orígenes y nuestra lengua común”.

Lo anterior fue dado a conocer por el realizador chileno Pablo Larraín y reafirmadas por todos los participantes en la gala de los IV Premios Platino, celebrada este año en Madrid, España, en la que la argentina “El ciudadano ilustre”, de Gastón Duprat y Mariano Cohn, fue la triunfadora. “El ciudadano ilustre” se llevó los premios a mejor película, guion y actor para Oscar Martínez, pero se le escapó el de mejor dirección, que fue a las manos del español Pedro Almodóvar, quien destacó el “sentimiento de hermandad” en la familia del cine iberoamericano. “Tenemos algo en común importantísimo que es la lengua y es algo que nos acerca de un modo como orgánico, así que es lógico que existan estos premios, que se les dé visibilidad al talento iberoamericano”, dijo.

En ese mismo escenario el argentino Pablo Trapero, uno de los cineastas más reconocidos internacionalmente, consideró que la asignatura pendiente del cine iberoamericano es que las películas se vean más en Latinoamérica. Sin embargo se mostró optimista pues “nuestras películas son premiadas en los grandes festivales y todos los años hay una o dos películas de nuestros países que tienen una gran comunicación con el público”.

El productor venezolano Lorenzo Vigas, ganador del Platino a la mejor ópera prima “Desde allá”, señaló que este festival es una fiesta que une a todos los iberoamericanos; por su parte el galardonado de honor de esta edición Edward James Olmos se refirió a estos como “los Óscar de Iberoamérica”. Una gala que se retransmitió en 17 países y pudieron ver 80 millones de hogares.

Diana de Gales, murió en un trágico accidente automovilístico en París, un 31 de agosto de 1997, junto con su novio “Dodi” Al Fayed, cuando eran asediados por periodistas en una persecución a alta velocidad por las calles parisinas. La muerte de Diana, cuya vida desde su compromiso, matrimonio y divorcio del príncipe Carlos fue objeto del implacable escrutinio de la prensa británica e internacional, conmovió a Reino Unido y el mundo. Su funeral fue un evento público que se trasmitió globalmente por televisión. Tal vez la imagen más indeleble es la de los adolescentes y cabizbajos príncipes William y Harry, siguiendo a pie el féretro de Diana. Su hermano, el conde Charles Spencer, declaró que pedirle a los príncipes caminar detrás del cuerpo de su madre fue “algo grotesco y cruel” y que la procesión fúnebre fue “la media hora más horrorosa de mi vida”.

El público y los medios reaccionaron enardecidos con el silencio de la familia real ante la tragedia y las palabras televisadas de la reina Isabel II, poco después, fueron criticadas por su distanciamiento emocional.

Diana de Gales fue una de las mujeres más fotografiadas del mundo. Era perseguida implacablemente por los paparazis. Su vida pública y privada alimentaba los insaciables tabloides, interesados en conocer todos los detalles de su vida amorosa desde su divorcio del príncipe Carlos. Hay quienes no dejan de responsabilizar a la prensa de los malestares emocionales de la princesa y de provocar el accidente que le costó la vida. La princesa Diana está enterrada en los predios de la hacienda Althorp, en Northamptonshire, su hogar de niña, después de que el conde cambió los planes que contemplaban su descanso final en el mausoleo de la familia en la iglesia local. El próximo 31 de agosto se recuerdan 20 años de su partida.

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