Comenzamos el año con el pie equivocado, con la adversidad frente a nosotros. Lo anterior no es por ánimo pesimista sino realista, resulta para algunos fuera de lugar el decir feliz año cuando la situación es para irritar los ánimos.
Este año que inicia nos demanda mucha conciencia en lo personal como en lo colectivo. De hecho comienza a despertar un sentir nacional, una inteligencia colectiva que piensa y siente lo mismo, el descontento es de muchos y manifiesto, no solo en las redes sociales, sino en televisión y radio.
¿Pretenden hacernos sentir que salvaron nuestra economía familiar diciéndonos que por eso fue el aumento de la gasolina? Explicaciones absurdas como decir que a los más pobres no les afecta porque no tienen carro.
Pensemos en doscientos años atrás cuando México era un virreinato, ¿qué cambia entre una monarquía y lo actual? ¿Dónde está la soberanía que reside en el pueblo? Al parecer la historia es cíclica y los personajes reaparecen pero con otros nombres.
Hay clases sociales que en el hecho son como miembros de una monarquía, reciben regalías de los impuestos que en este caso se convierten en tributos que los súbditos pagan.
Esa clase social que es intocable y somete al pueblo con cargas que ellos no llevan, pero de esa misma clase comienzan a brillar algunos como cuando con el fuego se acrisola el oro, estos que comienzan a brillar son porque verdaderamente hablan por el pueblo. Quizás era necesario tiempos difíciles para que surgiera una camada de líderes auténticos que al escucharlos la gente comience a seguirlos.
Por otro lado, en este año debemos contar con mucha prudencia en la disciplina financiera personal y familiar. Si antes eso era visto como un buen hábito, ahora será una necesidad a nivel personal, familiar o empresarial.
Sin ánimo utópico y sin pesimista, deseamos un buen año, que tenga un cierre mejor que el inicio que tuvo.
Javier Zepeda.