El problema central de la deuda de los municipios es que quienes la van a pagar son los ciudadanos de todo Sinaloa y tal vez nos ayuden los paisanos del resto del País, si es que papá gobierno entra a rescatarnos.
Lo que el gobierno estatal va a recibir a partir del primero de enero es un desastre financiero en todos los municipios, empezando con Culiacán, que debe unos mil 452 millones de pesos y le sigue Guasave con unos 488 millones.
De Guasave surgió la frase de que “el que venga atrás que arree” a principios de los ochentas; precisamente por una deuda a pagar por la construcción de la primera carretera a Las Glorias y en la plena seguridad de que el proveedor del dinero no podría desenrollar el pavimento y confiscarlo.
Desde tiempos inmemoriales los gobiernos municipales han salido adelante con préstamos bancarios; pero los bancos y los banqueros cobran y cobran bien sus intereses, de ahí que el que toma chocolate paga lo que debe.
A la deuda de Culiacán y Guasave le sigue Mazatlán con 389 millones de pesos y Ahome con 138 millones de pesos.
Todo lo tienen que pagar los ciudadanos en medio de un rencor social por el desaseo financiero visible de los Ayuntamientos y la corrupción que salta a la vista, precisamente por la falta de transparencia de sus contabilidades y lo claro de la gran vida que se dan los responsables.
Es por ello que cada acto, cada intento, cada ley que se encamine a exigir transparencia y cuentas claras y correctas se deben apoyar desde la base social.
Los nuevos alcaldes deben escoger a responsables de las finanzas bien formados en las políticas públicas de proyección y programación honesta en cada línea de su trabajo.
No tenemos que traer japoneses o alemanes para ello. Hay sinaloenses de gran inteligencia y valores para desarrollar un buen papel en las finanzas.
Que así sea.