Diálogo Deportivo Semanario No. 1651

Compártenos:

Julio César Urías y Oliver Pérez y sus realidades

Los casos de los lanzadores culiacanenses Julio César Urías y Oliver Pérez, son opuestos.

El primero hace sus pininos, como un lindo bebé, en los diamantes de las Grandes Ligas con los Dodgers de Los Ángeles. El segundo, ya veterano joven, con los Nacionales de Washington.

Urías, nacido en la Higuerita, parece una réplica algo débil de Fernando Valenzuela. Su organización pretende magnificar sus cualidades desde la loma de los disparos y hacerlo un nuevo héroe para los mexicanos radicados en Estados Unidos, en especial en el aérea de Los Angeles, en donde Valenzuela jaló a las gradas a un mundo hispano.

A Urías Lo bajan y lo suben desde las Ligas Menores ya que la directiva no está segura de hacer un espacio en el cuerpo de los lanzadores, en especial para los abridores.

Julio César alto y de espejuelos con el estilo de Fernando Valenzuela tiene dos victorias en diez salidas. No ha sido su culpa que sus compañeros no le mantengan el marcador intacto o no se dejen empatar o ganar.

Tiene porte y estilo, pero es béisbol y hay que ganar juegos. O conservar la ventaja, según sea la situación: Abridor o relevo intermedio o cerrador de cotejos. Es una carga muy fuerte que siempre los cronistas de México y algunos de Estados Unidos con sus mentes nebulosas lo estén comparando con el grandioso Fernando Valenzuela.

Julio César, como el gran emperador romano debe ganar batallas y guerras en los diamantes de las Grandes Ligas para consolidarse y embolsarse millones de dólares que le permitan asegurar la vida de sus padres, hermanos y de su futura esposa y futuros hijos.

Sus lanzamientos son variados con una velocidad de mas de 90 millas que es lumbre para el catcher en turno y los bateadores contrarios a su novena.

Y…la velocidad en ocasiones es una desventaja. Hay muchos bateadores que con sólo poner el bat y hacer el muñequeo les basta para sacar el batazo oportuno.

Todavía hay tiempo de pulir a este muchacho nacido en la Higuerita, Sinaloa municipio de Culiacán. Sobre todo en el área sicológica, porque, como le dijo su propio cátcher. Ya estás aquí. Haz el trabajo. Si las cosas salen hoy que bien. Si no, mañana será otro día.

OLIVER PÉREZ CERCA DEL OCASO

El muchacho de la Colonia Popular hoy integrada a Los Pinos en la capital de Sinaloa, Oliver Pérez, se empieza a asomar a su final en las Ligas Mayores. Le pasa como a los ludópatas en Los Casinos, pierde más que ganar.

Pérez, no tiene variedad de la lanzamientos y es fácil descubrir su zona de strike. Sin embargo, su envidiable velocidad, en ocasiones con un fino control hace que los contrarios se queden con la majagua fría. El humo de la velocidad de los disparos de Pérez apaga los bats de los jugadores en turno en la caja de bateo.

Es el lanzador mexicano que más ha ganado en dólares y no ha sido un súper estrella. Todavía se recuerda cuando los ingenuos Mets de Nueva York lo contrataron por la fabulosa cantidad de 36 millones de dólares y eso le hizo daño. Lo dijimos meses antes de que portara la franela de los Mets.Oliver se va a derrumbar. Estaba en el limbo y lo sacaron aunque le pagaron un poco menos de lo pactado.

Sus buscadores o asesores de los Mets, se equivocaron. Fue un fiasco. Teo Higuera cuando menos tuvo una justificante. Los Cerveceros le dijeron adiós tras un contrato millonario, pero por incapacidad.

Pérez se puso más nervioso que un condenado a la silla eléctrica. Llegaron muchos hits, dobles, triples, jonrones y bases gratuitas. Y los ponches se borraron de la mente del culiacanense.

Ahora con Nacionales ofrece tres o cuatro juegos malos por uno, bueno. Es un relevo en ocasiones excelente y en otras hasta los televidentes le cambian de canal ante el desastre del ocasiones nervioso lanzador.

El representante de Pérez sabe vender su imagen y obtiene millones de dólares. Ha sabido invertir bien su dinero y máximo un par de años más estará de planta con Tomateros de Culiacán o al frente de una gran empresa.

O ya puede descansar el resto de su vida. Y sus hijos y los hijos de sus hijos, amén. Todo por el béisbol, al que no pudo corresponder con todo su potencial.

Estos son los dos casos del estado mental que se necesita para trascender en la Gran Carpa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

catorce − 11 =