Los Puntos Sobres las ÍES… Semanario No. 1617

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El fin no justifica los medios…

Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras. Cicerón

Es indiscutible que una de las prioridades del gobierno del Presidente Enrique peña Nieto es la recaptura del narcotraficante Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera evadido el 11 de julio pasado.

Si de por si, el nombre de este narcotraficante originario del municipio de Badiraguato, calificado por la revista Forber como uno de los mas ricos del mundo, ya era conocido mundialmente, su peliculesca evasión del penal de “alta seguridad” de Puente Grande volvió a atraer la atención de los medios de todo el mundo sobre nuestro país y su gobierno.

A las fuerzas de la Marina Armada, mismas que lo detuvieron el 24 de febrero del año pasado se le ha encomendado la tarea de búsqueda y recaptura, acciones en las que también participan elementos del Ejército y hay apoyo encubierto de autoridades norteamericanas.

Las acciones de búsqueda y persecución y las supuestas acciones evasivas del narcotraficante han sido pan caliente para los medios de comunicación que dedican espacios de portada, notas principales, espacios estelares en los noticieros de radio y televisión.

Difusión excesiva que se proyecta a las mentalidades infantiles y juveniles como las acciones de un “superhéroe” a quien nadie puede detener.

Incluso, para muchos adultos esas historias, reales o inventadas para justificar acciones punitivas, producen admiración y hasta simpatías por el personaje.

Pero hay una realidad en todo esto, una cruel realidad que viven pobladores de la zona serrana entre Tamazula, Durango y Cosalá, Sinaloa.

Las acciones punitivas que se realizan han caído sobre poblados a punta de balazos: ráfagas de ametralladora desde el aire, embestidas a pie de los marinos que han llegado, tomado rehenes, cercando poblados enteros y obligando a huir a monte traviesa a decenas de moradores, de lo que dimo cuenta en nuestra anterior entrega.

Hechos registrados entre el 6 y el 12 de este mes, que las autoridades han negado rotundamente.

Pero ahí están los testimonios de los desplazados.

Ahí están los testimonios de visitadores de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que fueron impedidos por los militares para llegar a la zona del conflicto.

Hechos y dichos que contradicen y desmienten las afirmaciones oficiales.

Y no es que estemos en contra de la persecución del delincuente.

Ni apoyando a quienes se han manifestado en defensa de Guzmán. No!
Estamos en contra y condenamos los abusos contra la población civil pacífica.

Sobre todo aquella población, aquellos mexicanos, duranguenses-sinaloenses, que pese a las carencias y las dificultades que ofrece la región serrana, se aferran a la tierra en que nacieron, a la tierra de sus antepasados. Ahí sobreviven, lejos de la llamada civilización que no les ofrece mas que pobreza, miseria.

Entendemos que la persecución y recaptura del narcotraficante prófugo sea una prioridad para el gobierno.

Entendemos y estamos de acuerdo que la Ley debe aplicarse a quien viva fuera de ella.

Pero de ninguna manera justificamos que en esas acciones haya abusos.

Que se atropelle, se veje y se aterrorice a ciudadanos que nada tienen que ver con el delincuente. Sobre todo a mujeres y niños.

Insisto, la forma como se han desarrollado esas acciones nos recuerda las masacres que se cometieron durante la “Operación Cóndor” al mando del Gral. José Hernández Toledo, como la de San José de los Llanos, Badiraguato, donde fueron asesinados decenas de personas, niños, mujeres, ancianos…

Eso no debe repetirse ¡jamás!

El fin no justifica los medios señores.

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