Derrumban la Historia y Caen Por Su Propio Peso

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Un regidor arrastrado por el lodo (literalmente) por elementos de seguridad pública municipal, ciudadanos con asombro, ojos llorosos y nudos en la garganta y un cúmulo de opiniones adversas hacia el presidente municipal, Miguel Calderón, es el saldo que se registró el miércoles 14 de octubre cuando, al amanecer, los ciudadanos de Navolato vieron derrumbado el kiosco de cien años de historia.

Hay edificios o construcciones que se vuelven íconos de una ciudad, sea por su belleza arquitectónica, valor cultural, social o por las memorias que guardan los ciudadanos porque se vuelven testigos de la vida de muchas personas.

Este es el caso del kiosco de la plazuela de Navolato, un kiosco que formaba parte de los recuerdos de tanta gente y de distintas generaciones. Un ícono de la ciudad que, sobra decirlo, era patrimonio de los navolatenses.

Para cumplir un proyecto de embellecimiento y remodelación de la plaza se consideró necesario sacrificar un monumento histórico, y esto en contra de la misma ciudadanía, la cual se oponía a tal acción. Una oposición que dio la vuelta al mundo por el video grabado y subido a las redes sociales.

Uno cuando ama su ciudad, no solo ama su gente, ama sus calles, sus edificios, lo simbólico de ella. Es difícil pensar que alguien que aprecie su lugar de origen y que tenga un aprecio por la historia, por la cultura y por el bien común, al cual debe servir, haga eso.

El INAH declaró que el kiosco no es un edificio histórico y dio el visto bueno para que fuera demolido. Los recuerdos de infancia de los navolatenses, las fotografías de novios después de las bodas, las tardes con los amigos, su presencia en las fotos antiguas de Navolato, ¿Qué dicen? ¿Es histórico o no?

Javier E. Zepeda Osuna

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