La Vida Que Nos Conviene

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“El corazón tiene sus razones que la razón no entiende”, decía el filósofo francés Blaise Pascal. Esto es verdad, ya que encontramos muchas veces una contradicción entre lo que queremos o deseamos y lo que pensamos en lo profundo de nuestra conciencia.

Muchas veces cuando no atendemos lo que nuestro corazón o nuestras emociones nos piden, sino que nos enfocamos en escuchar nuestra razón, es decir, en reflexionar interrogando a nuestra conciencia o escudriñando elementos para discernir qué es lo mejor o lo que más conviene, es cuando se dice que hemos actuado de manera “racional”.

Por el contrario, cuando no escuchamos lo que la razón o nuestra conciencia dictan, sino lo que el sentimiento o el cuerpo piden, se dice que actuamos de manera sentimental o irracional.

Actuar de manera racional no siempre es la manera más cómoda de actuar ya que en ocasiones nos exige salir de nuestra zona de confort o dejar de hacer aquello que nos gusta, pero que sabemos que no nos conviene. Por ejemplo: una persona diabética que con este calor le encantaría tomarse una soda bien helada. Si se abstiene habrá actuado de manera racional. No por el hecho de que haga bastante calor, sea mediodía y se encuentre en plena avenida principal, podrá decir “soy libre y si se me antoja lo hago”.

¿Esa libertad llevará a esta persona diabética a una felicidad, una realización personal o a un coma diabético?
Cierto que somos libres de elegir y decidir, mas no todos los gustos, antojos o preferencias nos convienen, como dijera San Pablo: “Todo me es lícito, mas no todo me conviene”.

¿Qué será mejor? ¿Ser ciudadanos que se guíen por sentimientos o ciudadanos que caminen de la mano de la razón?
Javier E. Zepeda Osuna.

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