Para los empresarios, nacionales y extranjeros, Sinaloa tiene condiciones y fortalezas que lo hacen muy atractivo a las inversiones; pero no puede deshacerse de dos indicativos tan tercos como funestos: Corrupción e Inseguridad.
La agenda de los promotores de inversiones para Sinaloa está llena de proyectos avanzados, pero no concretados. La espera para ponerlos en acción tiene que ver con las elecciones de los gobernantes; pero no con quienes resulten elegidos.
Para los inversionistas puede llegar un abanderado de un partido nacional, un local o un independiente y se puede trabajar y concertar cualquier proyecto en cualquiera de sus esquemas o fórmulas; pero si tiene que ver con su programa de ataque a la corrupción y a la inseguridad.
Aunque todos sabemos que para un inversionista están contemplados los riesgos de todo tipo, hay zonas en donde su gasto operativo crece. Tiene que invertir en seguridad para sus recursos materiales y humanos.
De este tema recogemos una declaración reciente de Rodrigo Alpízar (empresario y político), presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación que a la letra dice: “Los inversionistas están deteniendo sus inversiones hasta que no vean las acciones de las autoridades para volver al orden público”.
Un año atrás, en 2015, el Embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, dijo que “la actividad de las pandillas y el crimen internacional que tienen presencia en países como México han afectado los intereses económicos de las empresas”.
En el aspecto de la corrupción su presupuesto tiene que ampliarse ostensiblemente. El monto de los “moches” creció notablemente en las instancias de gobierno y en organizaciones no gubernamentales; sobre todo las facultadas para extender el visto bueno en temas de medio ambiente y seguridad industrial, por ejemplo.
Sinaloa en una de las encuestas de INEGI se coloca en el primer lugar nacional de corrupción, lo que detuvo algunos, no todos, proyectos de inversión.
Estos inversionistas siguen en la fila pues en 2017 habrá nuevas autoridades con las cuales tratar estas dos prioridades políticas, tanto en la acción de gobierno como en la conducta empresarial.
Si se mejoran estas políticas públicas Sinaloa podrá crecer para bien de todos.