La figura sobresaliente en los cambios que el presidente Enrique Peña Nieto realizó el jueves a mediodía, sin lugar a dudas, es José Antonio Meade Kuribreña.
Fue secretario de Energía, de Hacienda y Crédito Público, en el sexenio de Felipe Calderón, y empezó como cabeza de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en este sexenio.
El Secretario de Desarrollo Social trasciende a los partidos políticos y a todas las corrientes del poder en México. Sobrevivió a dos sexenios y ahora es un personaje a observar porque recibe la chequera del gobierno federal, con la que se pagan los programas para los pobres y los votos.
Porque la política se hace con amigos y con dinero, Meade fue el encargado de pasar la charola con los ricos de México en la campaña de Enrique Peña Nieto, con mucho éxito por cierto, debido a su posición de Secretario de Hacienda.
Es un presidenciable, si se puede decir así, con el perfil similar a un ciudadano de talento, profesional de la economía y la política de un campo.
Puede ser un candidato independiente, con pocos cuestionamientos, o por el PRI del equipo de Peña Nieto con escasa resistencia.
Hay dos presidenciables más por el gabinete, pero dependen más de su futura actuación.
La otra línea a observar en los cambios es que Peña Nieto es que suplió con jóvenes a tres veteranos de su gabinete, en un mensaje claro de que el trabajo que se espera es de vitalidad.
Se van Chauyffet Chemor de 61 años con un episodio reciente en materia de salud personal, Enrique Martinez y Martínez y Jesús Murillo Karam con tres años más que el primero.
Los sustituyen Aurelio Nuño que no llega a los cuarenta años, José Calzada Rovirosa recién cumplidos los cincuenta años y Rafael Pacchiano con 40 años y con la nueva visión de cuidado del planeta, de acuerdo a la ideología de su partido, el Verde Ecologista.
Ahora sí que EPN descacharrizó su gabinete a una semana de presentar su tercer informe.
Son cambios de refresco y el tiempo nos dirá si fueron buenos.