Los Puntos Sobre las ÍES… Semanario No. 1637

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Ah! la vanidad de los “poderosos”…

Para los vanidosos todos los demás hombres son admiradores. Antoine de Saint-Exupéry

Una investigación realizada por El Debate puso al descubierto el gasto de casi un millón de pesos realizado por el Gobernador Mario López Valdez y por los alcaldes Arturo Duarte García de Ahome y Sergio Torres Félix de Culiacán, con poco mas de cien mil pesos cada uno, tan solo para exhibir la vanidad que caracteriza a los “poderosos” que, como dice el refrán en cuanto se suben al ladrillo ¡se marean!

No es nada nuevo que gobernador y alcaldes se tomen fotos de estudio y manden imprimir decenas o cientos de copias para que sean colocadas en las oficinas de sus gobiernos.

Y que se coloquen en los lugares mas visibles, preferentemente a espaldas del sillón ejecutivo de cada funcionario, o enfrente de ellos para “que se sientan vigilados” bajo la mirada “férrea” del fotografiado.

Insisto, no es novedad. Todos los gobernantes que hemos tenido, a nivel estatal o municipal lo han hecho.

Lo que llama la atención es el gasto excesivo que se hace al contratar a un famoso fotógrafo, David Ross Zundel, que cobra no por la calidad de la obra sino por la fama de su estudio y en su lista de clientes figuran políticos y empresarios poderosos.

Una fotografía que cualquier fotógrafo de nuestra provinciana Sinaloa, ya sea de Culiacán, de Los Mochis o de Mazatlán cobraría menos de mil pesos por la toma y el original. Las copias cuestan mucho menos.

Pero gastarse mas de 900 mil pesos como revela el reportaje sobre el costo de las fotografías del gobernante es simplemente un exceso que exhibe vanidad, soberbia y narcisismo.

Esos 900 y tantos mil pesos ¿no podrían haber sido mejor empleados en reparar techumbres o aulas en pésimo estado? ¡Que hay muchas en Sinaloa!

¿Cuantas becas mas podrían cubrirse con esos dineros que provienen del pueblo y son del pueblo y no del que los gasta para exhibir su efigie en un gráfica captada por un fotógrafo de renombre?

En el caso de Arturo Duarte y Sergio Torres el gasto fue menor, pero no menos oneroso y mal gastado.

Aun cuando Duarte “justificó” que ese gasto estaba presupuestado, es obvio que no, ya que es un gasto superfluo y por lo tanto no puede figurar en el presupuesto, aunque si haya partidas de las que el ejecutivo puede disponer a su antojo.

Esos cien mil pesos que Duarte y Torres se gastaron en sus fotografías bien pudieron haber sido aplicados a alguna obra o servicio a la ciudadanía. Bien podrían haber sido cubiertos algunos de los cientos de baches que “adornan” nuestras calles, o en las sindicaturas.

Esas fotografías que “adornan” las oficinas públicas, desde las de los Ejecutivos estatal y municipales hasta la última dependencia no son sino una demostración de la vanidad del gobernante en turno.

Insisto no es solo de los actuales gobernantes. Es una costumbre, pero una costumbre que de ninguna manera hace ley.

Desde que me inicié en las actividades periodísticas he visto esas fotografías que son cambiadas cada seis y tres años, según cambian los titulares de gobierno.

Pero han sido fotografías elaboradas por fotógrafos locales, no de renombre nacional o internacional.

Han sido fotografías de bajo costo. Que también han sido gastos superfluos.

Pero lo que llama la atención y provoca la censura de la ciudadanía es el monto del dinero gastado en esas fotos. Dinero que proviene precisamente de la ciudadanía que paga sus impuestos y a la que no se le pide autorización para gastarlo.

Esas fotografías, las de antaño y mas las recientes no son otra cosa que la exhibición de la vanidad, la soberbia y el narcisismo de los gobernantes.

Veamos lo que dice la Wikipedia: “La vanidad se define como la creencia excesiva en las habilidades propias o la atracción causada hacia los demás. Es un tipo de arrogancia, engreimiento, una expresión exagerada de la soberbia.”

O bien lo que dice al respecto el diccionario “Definición de”: “La vanidad” es una manifestación de la soberbia y la arrogancia. La persona vanidosa se siente superior al prójimo, ya sea desde un punto de vista intelectual o físico. El vanidoso no duda en destacar su supuesta capacidad cada vez que puede, menospreciando al resto de la gente. En este sentido, la vanidad encubre un sentimiento de inferioridad y el deseo de ser aceptado por el otro. Al hacer gala de sus virtudes, el vanidoso intenta demostrar que no es menos que nadie (lo que en realidad siente) y espera el aplauso y la admiración de quienes le rodean.”

Sobre el narcisismo, la wikipedia dice: “Si bien se puede aludir a una serie de rasgos propios de la personalidad normal, el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobrestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación.”

También la wikipedia nos dice sobre la soberbia: “La soberbia (del latín superbia) u orgullo (del francés orgueil) es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás. Otros sinónimos son: altivez, altanería, arrogancia, vanidad etc. Como antónimos pueden citarse los siguientes: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo o ego.”

Cualquier parecido de estas definiciones con los personajes que se gastaron ese dineral en tomarse fotografías para exhibir su efigie, no es mera coincidencia.

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