RIP al ingenio, y la historia…?
No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños. Cicerón
Si había alguna esperanza de que el ícono y base fundamental de la fundación de Los Mochis, el ingenio azucarero, sobreviviera hoy ya no existe.
El ingenio es asesinado, recibe el “tiro de gracia” por los actuales y últimos propietarios, bueno, socios mayoritarios de la factoría con la protección y complicidad de autoridades estatales y municipales.
El haber autorizado a los obreros a levantar y vender las vías del tren, que por muchos años sirvieran para transportar la caña de los campos al batey, para que paliaran el hambre provocada por los adeudos de meses de salarios que tienen los propietarios del ingenio, no fue sino un pretexto para seguir eludiendo la responsabilidad patronal de pagar y liquidar justamente a los trabajadores.
No censuramos a los trabajadores que con esta desesperada medida están buscando paliar las necesidades de sus hogares.
Paliar, porque los dineros que están recibiendo son solo una miserable limosna, lo que se comprueba con el hecho de que la venta de los rieles levantados alcanzó solo para entregar 300 a cada uno de los casi 900 obreros condenados al desempleo.
La medida de autorizar la empresa a los obreros el levantamiento y venta de los rieles esconde otra maniobra que favorecerá a un sujeto que aprovechando lazos familiares de gran influencia se ha venido apoderando de terrenos y haciendo negocios de venta de alcohol en expendios autorizados por gobierno del Estado, además de su cadena de gasolineras obtenida gracias a las mismas influencias.
Resulta que los rieles de la vía que se ubican entre la salida a Topolobampo y el ejido 20 de noviembre son reclamados por Nemesio Artola a través del ejido Morelos, del que se convirtió en miembro gracias a la compra de derechos, por lo que los obreros resultaron solo un vil instrumento para que la venta fuerte de rieles beneficie a un particular con alma de pirata.
Por otro lado, como parte del desmantelamiento de lo que fuera el ingenio, una productiva industria cuando fue bien manejada, ya se procede al remate de maquinaria para abonar a lo que se debe a los casi 200 trabajadores de Agrícola Ohuira, filial del ingenio también en quiebra.
El desmantelamiento y con ello la desaparición de lo que fuera el origen de la ciudad de Los Mochis comenzó hace años cuando fue dinamitada la Casa Grande como se denominada a la que fuera mansión de Johnston que previamente fue saqueada y cuando la empresa y sus bienes iban a pasar a manos de Aarón Sáenz los saqueadores decidieron dinamitarla para borrar las
huellas del saqueo, cuyo producto fue del conocimiento popular en aquellos tiempos.
En tiempos del Gobernador Francisco Labastida Ochoa, quizá previendo lo que se avecinaba en el futuro, fue adquirida la casa que fuera del Dr. William Chapman para convertirla en el museo de la ciudad que hoy se conserva.
Mas acá, administraciones municipales insensibles permitieron que fueran desapareciendo las vestigios de las primeras residencias y casas construidas por la United Sugar Co. para vender los terrenos a particulares y ex funcionarios de la USCOS. Solamente se preservó lo que fuera el hotel Varsovia hoy remodelado para albergar un museo para niños, ya concesionado.
Lo que parecía ser el rescate del ingenio con sus nuevos propietarios resultó a la postre su sentencia de muerte.
Atrás de la recuperación de esa fuente de trabajo e ícono de la ciudad se ocultaba la ambición de desaparecerlo para aprovechar especulativamente los terrenos.
La ejecución de la sentencia llegó con la suspensión de pagos de salarios a obreros y trabajadores, así como adeudos a proveedores y rentas a ejidatarios, los que al menos recuperaron sus tierras mas no las rentas.
A pretexto de ayudar a los socios mayoritarios para que saldaran adeudos, el gobierno del Estado compró fracciones de terrenos cuyo producto no llegó a los trabajadores.
Ante el meimportamadrismo de esos socios, no se ha visto una acción efectiva de parte de las autoridades estatales y municipales para evitar la muerte de la factoría y preservación la fuente y al menos de lo que queda de la historia de la ciudad.
Porque las autoridades si pudieron hacer no algo, mucho, para evitar lo que está sucediendo.
Al menos preservar lo que queda, en lugar de autorizar el levantamiento de las vías que pudieron ser utilizadas como parte del acervo histórico.
Ya nada mas falta que después de rematar la maquinaria de campo se proceda a desmantelar lo que queda del ingenio y a venderlo como fierro viejo.
Todo ante la pasividad convertida en complicidad gubernamental.
Los obreros quedarán desvalidos, sin dinero y sin empleo y la ciudad sin vestigios de su historia.
Nos queda el cerro de la Memoria.
Ojalá no lo vendan también!