Los sinaloenses producen agricultura y educación pública de calidad, aportan a la gobernabilidad y no existen grupos ni notables que pidan la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto.
Y sin embargo su gobierno no valora ni respalda este aporte nacional.
Presionado y agitado por los malos precios del maíz; por el incumplimiento de compromisos del gobierno federal para la Universidad Autónoma de Sinaloa y por la mala vibra que ocasionó el exgobernador de Sonora, Armando López Nogales, Sinaloa está a punto de liberar un estallido social.
Hay dos signos de que ello suceda y que no queremos: La toma de casetas por los grupos campesinos inconformes con el precio del maíz y la marcha universitaria y de padres de familia, que está en ciernes, para exigir el cumplimiento de compromisos.
No son problemas del otro mundo para el gobierno federal y sin embargo son problemas serios para Sinaloa.
En el caso del maíz los 3 mil 300 pesos de precio objetivo están debajo de los 3 mil 700 con que se conformaron los productores el año pasado, en una situación idéntica a la de ahora.
A la UAS le deben 100 millones, desde el compromiso de diciembre 2014, para que resuelva su problema de crédito bancario que debe a su vez. Es hora que no se cubre.
Aquí en Sinaloa nadie pide la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto, pero un político sonorense, cuya opinión pesa en el PRI nacional, nos dice aquí que si hay errores graves del mandatario.
Eso estimula la animadversión hacia el Poder Ejecutivo Federal.
Y decimos que no se valora a productos, educadores y personas comprometidas, porque la prestigiada revista Proceso nos revela que el gobierno mexicano compró equipo bélico por más de mil 300 millones de dólares.
No es momento para mostrar músculo bélico. Creemos que se le presenta la mejor coyuntura al gobierno peñanietista para humanizar la política; partiendo de la plataforma de trabajo, producción, educación y democracia que aporta Sinaloa.