SOLO FALTAN CUARENTA DÍAS.
A cuarenta días de la verdad, sin más incentivo que dejar en una curul a sus respectivos candidatos, sin nada que ofrecer (chambas y posiciones en trabajos administrativos) a sus seguidores y “talacheros”; los partidos políticos sudan para convencer a los otrora animados colaboradores de campaña, que ven un proceso intermedio con gastos controlados, primero por la propia autoridad federal electoral y luego por quienes manejan la distribución de los centavos al interior de los propios partidos. Bajo esas circunstancias, baja dramáticamente el ánimo de quienes en otras circunstancias –cuando el pastel es más grande y sustancioso—se aglutinan en torno a los candidatos, pues en esas circunstancias de las que hablamos, conseguir un trabajo, aunque sea durante el período que le corresponda a quien gane la contienda, es el mejor de los incentivos. Como lo ve3mos, parecería que solo el interés personal mueve a estos “obreros de la política”, y puede ser así, pero algo de interés comunal los lleva también a participar en favor de un partido y su respectivo candidato. Hay que no olvidar, que quien es apoyado y promovido por este grupo –numeroso muchas veces y raquítico otras–, también lleva su propia dosis de interés personal, tanto económico como político, y se ubica su interés en la mejor y más productiva de las posiciones de estos procesos electorales, mismo que por natural correspondencia, debe “chispear” sus ganancias a quienes lo ayudaron a llegar al puesto. “Nadie da nada por nada” dice el refrán. Así las cosas, quienes participan en la contienda, cuentan con un equipo de trabajo de campaña, proporcional a sus posibilidades económicas, no las del propio candidato, sino que son las que el partido de pertenencia le proporciona y lo que él mismo aporta, si su interés es llegar realmente a la meta que se trazó o le trazaron. Sin embargo, la posición que busca, por su misma naturaleza no ofrece muchas oportunidades de trabajo a quienes hacen lo más pesado de la campaña, pues tales circunstancias inhiben el interés que otras veces los impulsa. Hay que aclarar, que no todos los candidatos y sus respectivos partidos enfrentan esta situación. Algunos cuentan con personal de apoyo que para nada tienen que sufrir “ni hambre ni sed”, pues de algún lado surgen recursos que para nada tendrán que justificarse ante la autoridad correspondiente, en el control de gastos de campaña. Estos, los privilegiados, definitivamente cuentan con mayores probabilidades de ganar este proceso. Los demás, algunos de ellos solo quieren conservar su registro, mientras otros que tienen de alguna manera controlada su membresía, como el PANAL, del SNTE; PEP, Partido Encuentro Social de las iglesias protestantes y PAS, Partido Sinaloense, de la UAS, que en esta ocasión, será apoyo de algún candidato por su condición de partido estatal; estos, como lo señalamos antes, tienen seguro un volumen de votos cautivos, que les permiten asegurar su registro y vigencia. Aún con todo esto, de los que continúan en la brega –al parecer la candidata de Movimiento Ciudadano, una joven desconocida de nombre Aurora A. Meléndrez, al parecer declinó, y no lo hizo a favor de ningún otro candidato pues nada tenía que ofrecer cuando en estos lares solo cuenta con el membrete– esperan obtener los votos suficientes para ganar o cuando menos para poner en la lucha a sus respectivos organismos políticos, abriéndose ellos mismo oportunidades futuras que puedan redituarles mejores resultados. Parece hasta la fecha, que la verdadera lucha se da entre dos candidatos, Jesús López Rodríguez y Diana Armenta Armenta, doctor uno y licenciada en comunicación la otra. Los recursos con que cuentan, tanto humanos como económicos y de presencia, son claramente mayores que los de los otros cinco candidatos –auto eliminada la candidatura de Movimiento Ciudadano–, pero aquí hay que hacer un somero análisis a quien de los dos mencionados al principio de este párrafo, beneficiará la votación que alcancen estos cinco candidatos que hasta hoy se ven más débiles. Enrique Covarrubias, designado por el PRD en el último momento, apoyado por grupos con influencias en la cúpula nacional de su partido, y que dejó en el camino al ejidatario y luchador social, Alejandro Cervantes Sotelo, decisión que debilitó más al PRD local, Ma. Concepción Cervantes, que jalará los votos del magisterio panalista –que son varios por cierto; Julio Cervantes, del Partido Encuentro Social, al que deben de ponerle atención, pues el mejor templete para sumar votos es el púlpito o templete de un templo, y las iglesias llamadas protestantes se sumaron para formar un partido político, que de alguna manera les acarreará beneficios de toda índole, por lo que se augura una votación de cuando menos 6 mil votos, lo que dejaría abajo la votación de algunos partidos de nueva creación, y hasta de alguno de historia larga; Alfonso V. Cervantes, del Partido Humanista, orgullosamente representante en Sinaloa de la comunidad Lésbico-gay, que le apuesta a sus compañeros de preferencias sexuales, pero del que no se conoce nada excepto que tiene el valor de manifestarse públicamente y lo quien espera contar con los votos que la influencia del “Peje” López Obrador le consiga en la izquierda regional y de los ciudadanos que simpatizan con él. Así las cosas, por un lado el PRI le apuesta a una reconciliación de sus múltiples grupos y el espíritu de participación de sus afiliados y simpatizantes, cosas que ya se están viendo, mientras el PAN, se apoya en un no muy claro apuntalamiento de su actual representante en el poder político del municipio, al que definitivamente lo acotan las nuevas leyes electorales, además de su intención de dejar fuera de su responsabilidad pública, de sus simpatías personales. ¡Que así sea, pues! Hablando de injerencias y participación de autoridades en favor de algún candidato, los golpes mediáticos no se han hecho esperar. El PAN acusa al PRI de aprovechar el programa Prospera para obligar a las familias beneficiadas a votar por su candidata Diana Armenta. Puede ser creíble, pues como dice el dicho: “En la guerra como en el amor, todo se vale”. Lo que se hace increíble, es que el programa, lo están aplicando empleados federales que dejaron de herencia los gobiernos de Fox y Calderón, al gobierno de Peña Nieto, lo que hace difícil de creer, que trabajen desde su privilegiada posición, en favor del enemigo, cuando lo pueden y posiblemente lo hagan, en favor de sus amigos y correligionarios. Hay muchas formas y motivos –válidos o no– para acusar y muchas formas para dar respuesta. Diríamos que lo más sano y productivo, es hacer campaña propositiva y de altura, pues de esa manera le damos vigencia y claridad a la democracia. Nosotros, cuando menos muchos de los que nos dedicamos a este negocio, le apostamos a la objetividad, no al “amarre de navajas”, hacerlo de diferente manera, es una muy mala y deshonesta práctica. NO SE OLVIDE DE LA CRUZ ROJA, Y DE LOS BOMBEROS TAMPOCO. H. P. S. D. Q.