¡NO NOS MOVEMOS!

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El aumento a los precios de la gasolina y el diesel, autorizados por el mismo gobierno, deprime la movilidad social y eso reduce las oportunidades para crecer en economía, educación, cultura e integración familiar.
A veces no vemos ese indicativo, pero el uso reducido de vehículos en lo particular y también en el parque vehicular empresarial y de gobierno, baja mucho la economía en lo general y el talento tampoco se mueve.
Una información reciente nos dice que la demanda nacional de gasolinas tuvo una caída entre el 15 y el 20 por ciento en enero y lo que va de febrero.
Y según los expendedores de gasolina “el uso de los vehículos en el país se ha vuelto más racional y los automovilistas han cambiado sus tendencias de horarios de uso y hábitos de traslado”.
Las ventas de gasolina y diesel a bajado y la inmovilidad está presente.
Hablando en plata: El precio de la regular o Magna, que tiene entre 87 y 92 octanos, fue de 16.7 pesos por litro en enero, el de la gasolina Premium se elevó a 17.64 pesos y el diesel se elevó a 17.77 pesos por litro en enero, con lo que la Magna cuesta 54 centavos más, la Premium 48 centavos más y el diesel 54 centavos por litro en un mes.
Estos precios son autorizados por el gobierno y aunque hay justificantes que se despliegan por las autoridades hacendarias, no las entiende nadie y surge la pregunta: ¿y la reforma energética apá? Dónde pues está lo que aprobaron los políticos con la zanahoria de mejorar la economía, la educación, la salud y la integración familiar, cuna de los valores de convivencia colectiva.
En una economía sinaloense en la que vemos que quienes gastan gasolina sin medida son los niños que organizan arrancones en las ciudades y observamos las camionetas negras circular sin placas y con gente armada por cada calle y colonia, nos enfrentamos a una movilidad antisocial.
O de subcultura.
Y si a eso le sumamos que los expendedores de gasolina, en la ruta Topolobampo a Guamúchil, amenazan con cerrar por la venta de gasolina ordeñada por huachicoleros, el asunto se agrava.
Y se agrava porque PEMEX, que prometió aliviar la economía, es el ente que pone la carga más pesada a los sinaloenses de bien.
Y lo malo es que, si no nos movemos, lo peor está por venir.

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