Humorismo Semanario No. 1611

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LAS CUATRO OPERACIONES
En la clase de matemáticas la profesora pregunta:
-Quien me puede decir cuales son las 4 operaciones básicas?
Todos los niños y niñas guardan silencio, hasta que Natalita levanta tímidamente su mano para responder.
-Uff… por un momento pensé que nadie lo sabía, dice la maestra. Pero antes de conocer tu respuesta, cuéntanos porque crees que eres la única niña que lo sabe en este salón.
-Maestra -dice la niña-, lo que ocurre es que yo pongo mucha atención a lo que habla mi madre con sus amigas, y por eso lo se todo.
 La maestra hace un gesto de admiración y luego de felicitar a la alumna le dice:
-Me parece muy importante que tu mamá y sus amigas sostengan estas conversaciones para enriquecer tus conocimientos. Es un ejemplo a seguir por toda la comunidad. Pero ahora si, niña Natalia, dinos cuales son las cuatro operaciones básicas…?
 -Si profesora; las cuatro operaciones básicas son:
 RESPINGAR LA NARIZ
 LA LIPOSUCCIÓN
 LEVANTAR LAS NALGAS
 Y AGRANDAR LAS TETAS

Un hombre conoció una linda mujer y decidió casarse con ella inmediatamente.
-Ella le dice: – Pero no sabemos nada uno del otro…
-El respondió: – No hay problema, nos conoceremos con el tiempo.
Ella aceptó. Se casaron y fueron a pasar la luna de miel a un lujoso resort.
Cierta mañana, estaban ambos recostados junto a la piscina, cuando él se levantó, subió al trampolín de 10 metros realizó una perfecta demostración de todos los saltos que existen y regresó junto a la esposa.
Ella le dice: – Eso fue increíble!
-Fui campeón olímpico de saltos ornamentales. Te dije que nos conoceríamos con el tiempo- respondió él.
En eso, ella se levanta, entra en la piscina y comienza a nadar, ida y vuelta con impresionante velocidad. Después de 40 piletas, sale y se va a recostar junto al marido, sin demostrar ningún cansancio.
El dice: -Estoy sorprendido!, ¿fuiste nadadora olímpica?
-No, -explicó la dama -fui prostituta en Venecia y atendía a domicilio.

Un joven llevaba a su novia de regreso a casa en un día en que hacía un frío del diablo, cuando de pronto se les poncha una llanta. El joven baja de su auto y empieza a cambiarla. Al poco rato sube al auto y le dice a la novia:
¡Estoy muerto de frío! ¡Ya casi no siento mis manos! Pues mételas en medio de mis piernas para calentarlas! La muchacha se sube el vestido y le permite al joven que ponga sus manos entre sus muslos.
Después de un rato el joven dice:
¡Ya! ¡Ya las siento mejor! Déjame terminar de cambiar la llanta.
El joven termina de cambiar la llanta y al entrar de nuevo al auto, la muchacha le dice con visible ganas: ¡Parece que tus orejas están también terriblemente frías!

– Cariño ¿tengo la nariz grande?
– No, tienes una nariz común.
– ¿Ah, sí?
– Sí, ¡común tucán!

Va un hombre por la playa con su mujer, y ella le pide que le compre un bikini, a lo que él le dice:
“Con ese cuerpo de lavadora, ni lo pienses.”
Siguen caminando y le insiste la mujer:
“Bueno cómprame ese vestido.”
Y repite el esposo: “Con ese cuerpo de lavadora ni lo pienses.”
Pasa el día y por la noche, ya en la cama, el marido le dice a la esposa:
“Entonces que, vieja ¿echamos a andar la lavadora?”
Y la mujer le dice:
“Para ese mugre trapito, mejor lávalo a mano.”

“Mire doctor”, dice una señora. “No se cómo ponerme en la cama: si me pongo boca abajo, se me suben los pulmones Si me pongo de un lado, se me sube el hígado. Si me pongo del otro lado se me suben los riñones.”
“¡Ah! Pues entonces póngase boca arriba.”
“¡No, porque entonces se me sube mi marido!”

Un niña le pregunta a su madre cuántos tipos de hombres hay. La madre, después de pensarlo un rato, le responde:
“Mira hija, los hombres durante su vida pasan por tres fases: Antes de los 29 son como el arbusto del jardin, duros y bien dispuestos. Hasta los 49 son como el roble, fuertes y confiables. Y a partir de los 50 son como los arbolitos de navidad, con las bolitas de adorno…”

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